lunes, 29 de abril de 2024

14 Miradas



Qué ridículo. Ni siquiera consigo evocar aquel momento, la circunstancia, el patinazo. Cada día que pasa lo pienso como una palada de olvido sobre mi idiotez de entonces que de inmediato se deshace igual que lo haría un cubo de nieve vertido sobre un hierro incandescente. Así se mantiene, desde entonces, lo ocurrido. Bajé los escalones confiando. Me había quitado el abrigo al entrar, lo llevaba doblado en el brazo. Aquella tarde me sentía el dueño del mundo. Miraba solo para que me vieran mirar, ¿quién?, no importa, la ciudad. Te diste la vuelta y una marioneta actuó por mí.

jueves, 25 de abril de 2024

13 Miradas



Qué silencio cuando me sumerjo hasta el fondo de la piscina. Lo que daría porque la apnea pudiera alargarse no ya minutos, sino horas, la tarde entera aquí abajo. De repente siento la necesidad de salir. Y salgo a una algarabía de cuerpos, bebés que lloran, niños que corren, adolescentes hablándose a gritos de una punta a la opuesta, gente contándose la vida por todas partes. Respiro, vuelvo a tomar aire y me impulso hacia el pavimento de la piscina en busca de un sumidero secreto hacia otro mundo más leve. Que no exista no significa que no pueda encontrarlo.

viernes, 19 de abril de 2024

12 Miradas



Qué extraño se me hace ver a tanta gente arremolinada en torno a las mesas con libros en el mercado de ocasión y que ningún gesto al alargar el brazo hasta un volumen sepultado por otros, del que solo asoma una mínima esquina, no sea el tuyo de sorpresa por la edición que acabas de rescatar del insomnio. También te observo mientras extraes del monedero las escasa monedas que el librero te pide y se las entregas con una sonrisa, de repente compartida por la otra parte que realiza la transacción. Otros repiten los mismos movimientos, pero ninguno soy yo.

lunes, 15 de abril de 2024

11 Miradas



Qué sensación la de entrar el primero en el cine, tras haber encabezado la cola de acceso, y admirar después la geometría de los asientos vacíos, dar una vuelta a la sala y no saber desde dónde ver la película. Poco a poco va entrando el público de la sesión. Hablan unos con otros. No se entretienen en trazar rectas y diagonales sobre las butacas, les basta con interrumpirlas sentándose en cualquiera al buen tuntún. Continúo en pie, observando cómo se va completando el aforo desde el centro. Al final ha de quedar por fuerza un lugar libre, el mío.

miércoles, 10 de abril de 2024

Cuentos del hada jubilada (nonagésimo)



Una gasolinera abierta en mitad de la noche, junto a una carretera por donde transitan camiones taciturnos, es lo más parecido a un oasis en el desierto. Lo que allí ofrece el agua, aquí lo entrega una combinación enfática de luces eléctricas. Las palmeras de la iconografía infantil se transforman en postes de combustible y en un pequeño comercio donde la tentación se ofrece convertida en galletas bañadas en chocolate. Una vez que he detenido el coche, no lo arrancaría nunca. Me quedaría a vivir como una beduina cansada de serlo, que hornea pan por las mañanas para los peregrinos.

viernes, 5 de abril de 2024

Cuentos del hada jubilada (octogésimo noveno)



En la noche que ha limpiado el viento durante el día, la luna. Una brillante C de decreciente. Como la mía al escribir estos Cuentos con descuento de palabras. Menos que breves, ajenos al trinomio de presentación + nudo + desenlace. Eso da siempre algo más que la nada de tristes paradojas entre opuestos que se llevan bien. Quedan para tomar unas copas, se cuentan intimidades y muestran su compresión con leves inclinaciones de cabeza. ¿Qué contrarios son estos que tanto se quieren? Contemplo la luna detrás de la ventana. La invitaría a cenar para que no esté tan sola.

lunes, 1 de abril de 2024

Cuentos del hada jubilada (octogésimo octavo)



Entre las citas poéticas que habré leído en mi vida sobre las rosas, me quedo con el verso de William Blake: “¡Oh, rosa, estás enferma!”. La primera vez que lo leí pensé en Heráclito, aunque no estoy segura de que el clima de Éfeso sea propicio para los jardines. Resulta frecuente que, siendo hada, a una la relacionen con símbolos de la belleza. Es verdad que las rosas combinan sus pétalos con elegancia y saturan muy bien el color en las fotografías. Y nadie piensa en gusanos cuando percibe su fragancia. Excepto yo, que las aprecio solo cuando se marchitan.