jueves, 24 de marzo de 2011

Rue des Pyramides

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El tiempo es una pirámide. Lo dijo Aristóteles, ¿o quizá Derrida? Quién sabe, pero alguien tuvo que decirlo para que quedara dicho; no iba a ser cosa mía. El tiempo, una pirámide. Por ella se lanzan los niños como por un tobogán, empiezan a acumular pendiente sin darse cuenta. Por ella también ascienden los ancianos, de una manera cada vez más penosa conforme se acercan a una cúspide a partir de la cual ya no queda más vertiente, más tiempo. Ahora bien, ¿ya se han puesto de acuerdo si es la misma pirámide la que unos bajan y otros suben?

sábado, 19 de marzo de 2011

51, Boulevard Saint Germain

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El verano acristala las calles y da pereza encerrarse en el metro. Este bulevar parece no tener fin, pero las horas oscuras tampoco cuentan minutos. Empezamos a andar los tres. La noche petrifica la realidad y la avenida es el tubo de prospección que se adentra en la roca para extraer muestras: en cada cruce, plaza, café, en cada local un hábitat humano diferente. El bulevar se convierte en una rara pasarela, quienes caminan por ella contemplan a los que no les miran pasar. ¿No es mejor regresar en metro? Quizá, pero la memoria sólo se nutre de estas anomalías.

martes, 15 de marzo de 2011

Rue de Seine

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Pongamos que el río que pasa a mis pies, y que contemplo acodado en la baranda del bulevar, junto al puesto de un librero que vende recuerdos para turistas, tan feliz como parece con su vida fluvial, echara de menos el agua. Sí, el agua. Se sintiera infeliz por no tener suficiente agua. Miraría entonces a sus ojos y descubriría el gesto lánguido de un filósofo o el entrecejo porcino de un banquero. También ellos son ríos que claman por lo único que tienen de sobra: tiempo el uno, dinero el otro. Curiosa enseñanza del río que nunca hemos aprendido.

viernes, 11 de marzo de 2011

Avenue Rapp

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Avenida de idas y venidas, hidra que bebe las almas con sidra. Avenida de las aves, ya sabes, aves o naves en su tumba cabes. Avenida de los novios, tan obvios, que ya se ovillan ellos como sellos, Avenida de la noria y su escoria, de los lagartos urbanos enanos. Avenida sin nombres, con pronombres, sin prohombres, con licántropos pobres. Avenida, utopía si no la lías, paraíso de pocos frisos lisos. Avenida nocturna, vas soturna; veraniega que niega hacerte friegas. Avenida funambulesca, fresca, con cerrojos en los ojos te cojo. Avenida, despierta, sorda, engordas con la nada de tu nata.

domingo, 6 de marzo de 2011

Rue Amélie

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Amélie me dijo que se llamaba. Amélie, que suena a miel. Miel, hojuelas. Hojuelas, hinojos. Hinojos, rastrojos. Vale ya de ojos. Ojos, profundos. Profundos, callejones. Callejones, cigarrillos. Cigarrillos, conversaciones. Conversaciones, sexo. Sexo, saxo. Saxo, humo. Humo, invierno. Invierno, pupitre. Pupitre, Amélie. Me dijo que se llamaba Amélie, y yo dije, le dije Te conduciré al paraíso. Paraíso, infancia. Infancia, parque. Parque, bancos. Bancos, atardecer. Atardecer, luciérnagas. Luciérnagas, sábado. Sábado, sin Amélie. Sin Amélie, domingo. Domingo, comidas y sobremesas y tardes y partidos en la radio interminables. Comidas etcétera, lunes. Lunes, Amélie. Amélie, pupitre. Me dijo, me llamo Amélie. Le dije.

viernes, 4 de marzo de 2011

Quai d’Orsay

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Cuando le llega a Bonnet echa a correr, como hace siempre, con la cabeza hundida y los ojos cerrados. Miro alrededor, nadie se toma el contraataque en serio: Se estrellará. Sin pensarlo dos veces me lanzo a su zaga. Insensato, veo que dicen los ojos de los delanteros nuestros que rebaso. Bonnet sigue avanzando hecho un ovillo con el balón. Un defensa, otro. Cómo corre, él por la banda, yo por el centro. Centra y yo estoy ahí y el portero no está y la pelota que se va derechita y cuando voy a saltar el del banderín grita: Orsai.

martes, 1 de marzo de 2011

Place de Varsovie

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Ah, ¿de Varsovia?, qué bien, qué preciosa ciudad, la plaza del mercado, ¿te gusta la plaza del mercado? Anda, también yo la conozco sólo por las fotos, pero iría ahora mismo… sobre todo si estás allí tú para enseñármela. ¿Y cómo puede ser que seas de Varsovia y no hayas estado nunca en la plaza del mercado? Ah, no exactamente de Varsovia. Ah, de una ciudad al oeste de Varsovia. Bueno, mejor así, de esta forma algún día podremos ir juntos a Varsovia. Claro que querré, me encantará. ¿Y eso queda muy al oeste? Guau, eso es bastante al oeste.