La impresión que tuve en el desierto es que el significado afectaba sólo a la palabra, no a la realidad. Quizá fuera el espejismo de quien va por primera vez. Fue en Jordania. Y me pareció que aquella ruta por las arenas del desierto no tenía nada de desierta. Por donde pasáramos veía tiendas nómadas, carreteras llenas, chiringuitos en cualquier parte—un tendido de luces de colores, unas mesas y varios trailers aparcados en hilera—, animales y gente caminando en el vacío no se sabe ni por qué ni hacia dónde. Igual que ocurre con los blogs: desiertos frecuentados.