Mis estrategias a la hora de desplazarme en metro se limitan a elegir los vagones centrales, donde es más fácil encontrar asientos libres. Me gusta sentarme solo para leer. Por trayecto no suelo avanzar más de dos o tres páginas. Hay libros enteros que he completado así. Generalmente editados en octavo, de modo que pueda llevarlos en el bolsillo. Hay colecciones a las que estoy atento para reponer con otro título el concluido. La lectura tiene múltiples funciones y, entre tantas, esta me gusta especialmente: la capacidad de abstraer al lector de las circunstancias concretas del momento. Mandarlo de viaje.