lunes, 28 de noviembre de 2022

Escrituras del barro / 5



En las afueras de la población, en un extremo del cementerio, han construido el recinto para las incineraciones. Las paredes de cristal permiten ver la cinta que transporta los ataúdes desde un extremo, donde los dejan los empleados, hasta el horno. Cuando las puertas se abren, el féretro desaparece, y al cerrarse se inicia la cremación. Las familias llegan en coche y se arremolinan frente a la cristalera. Siguen la mecánica del proceso en silencio. Con brotes de emoción. Paso a veces por delante, pero solo miro hacia la chimenea del edificio, donde contemplo desescribirse en el aire una vida.