Una poética empieza por tres palabras —La poesía es— seguidas de otras cualesquiera. Quizá fuera mejor cerrar este inicio con un punto y aparte. Es decir, convertir la anodina cópula «es» en un verbo con significado: «existe». Así se utiliza en ámbitos religiosos, para hablar de la divinidad. Poesía y religión comparten el axioma como definición. Su importancia no deriva de que sea una cosa u otra, sino del hecho de que exista. Pero no por fuera, sino dentro de las concepciones propias del ser. Lo relevante de la poesía es que ha acompañado siempre el desarrollo del pensamiento humano.