miércoles, 23 de diciembre de 2020

Cuentos del hada jubilada (vigésimo primero)

El desierto es sed que se manifiesta con el vacío. No es grito, como los bosques. Tampoco oración, como son los ríos. Ni la melodía de las nubes. El desierto, cauce de un deseo. Agua que no está regando. Sombras que no habitan. Es voces que no celebran. Una mirada sedienta de realidades, el desierto. A veces, también, un oasis. Un hilo de humo que sutura lo real en lo irreal. Las palmeras, una rana que chapotea por la orilla. El oasis es un desierto que ha dejado de tener sed. Deseos que se transforman en una mata con flores.