martes, 28 de marzo de 2017

Becqueriana / 104


Tararea. El arroyo baja por el prado tarareando su canción preferida. Solo el estribillo. Una frase que le gusta y repite sin cansarse. Y también sin cansar. La escuchamos entre estrofa y estrofa de una conversación. Que no es en verso, ni cantada. Pero tampoco en la prosa que desvirtúa la belleza del mundo. A veces callamos para oír el murmullo de las aguas. Lo conocemos de memoria, pero presionas mi brazo para que atienda la melodía que llega desde el torrente. Su irse perpetuo y su constante estar presente. El enigma, o tal vez sea laberinto, que tanto seduce.