lunes, 28 de noviembre de 2016

Biografía de la mirada (VII)


Tras colgar —se había sentado en el banco de una plaza silenciosa, lo más lejos del fragor del tránsito que pudo hallar— dejó de ver el teléfono, el bolso, el banco, la plaza, la calleja que desembocaba en la avenida, la avenida, los autobuses, la multitud y el trámite que movía sus pasos en el momento anterior a que sonara. Tuvo la impresión de que aún existía por el interés que despertaba entre las personas que, sentadas en los otros bancos de la plaza, la observaban con disimulo mal enmascarado. Pero por mucho que la miraran, había dejado de verse.