Espera en la esquina del estanco y me acompaña hasta la parada del autobús. No es gran cosa lo que se puede ver a aquella hora. Empleados con las manos en los bolsillos, obreros con el bocadillo bajo el brazo, estudiantes con las mochilas a la espalda, mujeres cabizbajas. No sé de dónde se saca lo que contempla. Trae a su conversación lo que lleve en mente, pero tampoco es capaz de decirlo a las claras. Has visto este, mira la otra. Me abate con su resentimiento. Enmaraña de suspicacias la franqueza del momento, la luz tenue de la mañana.