martes, 24 de mayo de 2016

El nacimiento de Ana de Peñalosa \ 7


Brilla el atardecer en el sudor del pelaje. Piafa frente a la hozada de paja que le deja un criado. Cocea el suelo. El jinete que acaba de desmontarlo taconea por la escalinata principal  con una bolsa de cuero en la mano. En lo alto, de levita oscura y cabello blanco, le aguardan. Sonríe al desenrollar la carta y al entregarla. Está hambriento, pero ya se imagina saciado cuando le señalan el corredor que conduce a las cocinas. Este hijo…—musita y cuelga la mirada de cualquier gancho para caballos  en las paredes del patio—, ¿tiene descendencia algún vecino?