—No habíamos coincidido
antes aquí, ¿verdad?
—¡Ah! ¿Me lo dices a mí?
—Sí, a ti.
—¡Vaya! No te había
visto.
—Claro, vas siempre tan
alterada.
—¡Puaj! La vida que
llevo.
—Tan encorsetada.
—¡Bah! Y todo para nada.
Nadie me hace caso.
—No digas eso. Yo me preocupo
por ti.
—¡Rayos! ¿Y tú quién
eres?
—Me llamo Artículo
Indefinido, aunque la gente me llama Un.
—¡Hola, Un! Es verdad que
no solemos coincidir mucho.
—Bueno, como soy
algo impreciso a veces ni se me ve.
—¡Quiá! No digas eso, te
veo perfectamente detrás de esta exclamación.
—¿Por qué no la quitamos?