Desterrado En la tierra de Nod,
Caín se convierte en fugitivo de sí mismo. Yo y al mismo tiempo Otro, desdoblándose
solo para ser él y para conocer la devastación. Pedro Juan Gomila (1967)
escribe esta crónica de amor despiadado y crimen sobre su propia memoria,
también desdoblada entre el licor de Eros y la sed de la culpa: «¡le tientan
tantos labios que muerden al besar!» Ayudada por mitos bíblicos, clásicos y actuales, su escritura hereda el vigor y
espanto de las historias antiguas. Y su poesía se adentra en el territorio,
siempre indisociable, del bien y del mal.