domingo, 29 de marzo de 2015

El ensimismado


Cada uno de los ciento cuarenta y cuatro pasajeros pasó a un metro del copiloto. Durante el embarque la puerta de cabina permanece entornada, o abierta; entran y salen técnicos del aeropuerto. Algunos viajeros echan un vistazo. Suelo hacerlo. Miro la cara de los pilotos, casi siempre sonríen. El copiloto no debió de ver a nadie, ensimismado como andaba. Detrás de él, tampoco a su lado, no supo mirar a nadie. Solo su tragedia importaba: el globo desinflado de la ambición. A quienes no estábamos dentro del avión nos queda una duda: ¿el ensimismamiento fue cosa personal o es sociológico?