martes, 26 de noviembre de 2013

Callejón del estanco


Fumaba padre. Sentado en el zaguán. Antes de quitarse las botas, de atar el macho, de dar de comer a los perros, de arrancarse las costras de barro de los pantalones y dejarlas amontonadas junto a la puerta. En la silla de enea, cabizbajo. La embocadura del cigarro brillaba entre las sombra con la humedad de la saliva. Antes de peinarse con agua de colonia el pelo revuelto y de abrocharse la camisa hasta el cuello. Antes de tomar el camino de la taberna. Y yo, un chiquillo, aguardaba en pie. Que le faltara y me enviase a por tabaco.