sábado, 15 de septiembre de 2012

Nel mezzo del cammin di nostra vita / mi ritrovai per una selva oscura


Evoco, siempre que viene al caso, a Eduardo Moga en un baño romano de la provincia interior, tumbado en el tepidarium  de inicios del verano. Su túnica de lino blanco descansa en una silla curul bajo la pérgola y sobre ella siempre olvida un libro como quien fecha el manuscrito de su vida. Mientras hidrata su sabiduría con el amargor de una cerveza lo que más me gusta compartir con Moga es su risa de niño pequeño gigante. Y los escritores que ama. Dicen que se acercan los nuevos bárbaros, las pantallas; nosotros continuaremos en los baños romanos del papel.