lunes, 17 de septiembre de 2012

1800


Esta extensión de colinas rasuradas como cabezas de reclutas tumbados boca abajo. En verano están cosidas por la aguja e hilo de los rebaños de ovejas. En invierno el soldado envejece y la única ventana que se agita es la del hogar. Estos senderos por los valles, con umbrías que esconden la cicatriz de un arroyo y prados que se extienden sobre los tejados de piedra oscura. Estas hayas que le dictan versos al transeúnte. Era lo que buscaba en los Lagos, Dorothy, solo temblor y naturaleza. Pero me aguardaba la agreste y sucia humareda de fábrica de tu monosílabo.