Una Europa que centrifuga a sus escritores, la admiración literaria a pesar
de las dificultades para conseguir libros,
la esperanza de un encuentro que se sabe que no se producirá jamás. Con
estos pobres ingredientes la poeta rusa Marina Tsvietáieva y el poeta («No eres alemán… No eres bohemio… No eres
austríaco… ¿significa entonces, Rainer, que acabarás siendo eslovaco?»)
Rainer Maria Rilke acaban intercambiando una breve correspondencia —Rilke
estaba ya amenazado por la enfermedad— tan intensa y fulgurante que se lee a la
misma altura que sus obras. Ni una única frase convencional, ni una palabra que
suene a hueco.