domingo, 18 de octubre de 2009

La heladera de Venecia

Como pequeñas montoneras de escombros desperdigadas por un solar, algunas nubes oscuras afean las fotografías de los turistas en Venecia. Bianca contempla el cielo detrás del mostrador y lo hermana con el helado de kiwi que ha batido aquella mañana. Los kiwis que llegan al mercado de Venecia son siempre amargos. Y demasiado caros para lo que son. La cubeta del heleado de kiwi permanece esponjosa, intensamente verde e intacta; aunque se lo pidan, Bianca se niega a servirlo. Elige otro, este me ha salido demasiado ácido —se justifica. Y al día siguiente recorre la ciudad en busca de kiwis.