jueves, 15 de octubre de 2009

Sudestada, y 3

«El río cambia. A veces es duro y amargo, pero otras veces parece hecho a la medida del hombre». Este podría ser el lema del Boga, inolvidable protagonista de Sudeste, la primera y estremecedora novela de Haroldo Conti (1925-1976?). También podría ser emblema de la novela, de la literatura y de la vida, porque a todos estos campos metafóricos alcanza la narración de un verano y un invierno en el delta; soledades que persiguen un sueño —un barco— sobre las maderas podridas de un viejo bote, y acaban por caer de bruces en la brutalidad de una sociedad insensible, despiadada.
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La escritura precisa, los diálogos secos y ásperos, la admirable recreación del ambiente del río convierten esta novela en una experiencia de lectura sobrecogedora. Pero hay algo más. El Boga parte con su miseria en busca de un ideal, que está a punto de conseguir cuando los otros interfieren en su vida y le arrastran hacia un destino completamente ajeno a su sueño. Con qué clarividencia narró Conti, en 1962, su propio final. Como al Boga, a Conti le gustaba recorrer brazos de río y canales en solitario; como al Boga los otros, una sudestada se lo llevó en 1976.