domingo, 6 de septiembre de 2009

Jacarandá a la orilla del río y paseantes

Sobre las losas del pavimento, los pétalos de la flor del jacarandá que pisan los niños cuando corren al tuntún brillan como constelaciones distraídas. No se los lleva el río taciturno, ni los arrastra el viento que no sopla. Ay los pétalos de luz violeta que ensucia el polvo que despiden los corredores vespertinos y el que arremolinan los ciclistas adolescentes. Bajo el jacarandá me agaché por elegir uno para mi cuaderno de poeta. Quería manchar con su color serio, grave, trascendente la blancura que no rasgan las palabras. Como si fueran de peces muertos me cautivaron sus ojos lánguidos.