En el aeropuerto, frente a un mostrador de embarque, contemplo una larga cola de aficionados tinerfeños. Pregunto: van a San Sebastián. El sueño de que su equipo suba a primera les empuja a cruzar medio Atlántico y toda la península. El otro día fueron mil seguidores del Español a ver cómo empataba con el Numancia. En este caso, el sueño que les movía era el opuesto: no bajar a segunda. Me pregunto si no será su inmutabilidad la razón del escaso interés que despierta socialmente la cultura: los de primera siempre están arriba y los de segunda, en ninguna parte.