martes, 28 de abril de 2009

Anotaciones a la vuelta, 3

Leo durante el vuelo el tercer tomito con los diarios de Eugenio Padorno. En esta ocasión no hay erratas en la cubierta, pero sí en las tripas. Un montón. Compite con las ediciones malagueñas en el descuido tipográfico. Hasta faltas de ortografía. Qué pena, porque —en el libro siempre leo «por que» sic— la prosa densa, pétrea, atlántica, cada día más gnómica, me seduce como pocas. Su argumento es lo suficientemente reducido como para evitar la contaminación lumínica de las noches mundanas: un poeta obsesionado por convencerse — a sí mismo, con razones sociales y personales— de la condición que posee.