—Proclamo... (¿Puedo lanzar ahora la proclama, verdad?)
—Claro, presidente. Es el momento.
—Proclamo la necesidad de un gobierno unido junto al pueblo que lo sostiene con su clamor unánime, sin disonancias, con el espíritu único del amor al bien y a la verdad, con la armonía del obelisco.
—(Chist, presidente, presidente.)
—(¿Qué?)
—(La proclama. Que le está saliendo un poco... digamos, no demasiado democrática.)
—(¿Ha de ser más democrática, cree?)
—(Tengo la impresión.)
—(Gracias. Empiezo de nuevo). Proclamo la necesitad de un gobierno unido con el pueblo que lo sostiene con el fruto unánime de las urnas, con el voto...