Pajarillo casi japonés, de cola anaranjada, que has aprovechado mi semana de vacaciones para construir tu nido en el patio, perdona mi repentina intromisión en tu mundo. Al verme te has asustado como me amedrento yo si alguien se acerca con impertinencias, y al huir volando has tropezado con la marquesina y seguro que te ha dolido el roce. Además de la usurpación. Al poco te veo regresar y observarme desconfiado desde lejos. Me encierro dentro sin saber qué hacer. Creo que no voy a poder prescindir del patio y tú no vas a consentir compartirlo. Qué complicado es todo.