Lo que une a los granos —cientos, miles, millones— en un conjunto que se concibe unitario, como arena, es también aquello que impide su unidad. Lo que separa a cada uno de los granos de sus semejantes confirma la unión. La oposición de ambos conceptos es posible porque se da con carácter simultáneo. Los granos al mismo tiempo que están juntos permanecen separados. O, dicho de otro modo, su separación es lo que los reúne. Si un filamento de vacío les otorgara identidad, podrían crecer individualmente, pero no serían un único concepto, sino una pluralidad, como piedras. Y tendrían historia.