Si ardí mientras crepitaban las copas de los pinos en aquel incendio, alguna señal habré de identificar alrededor. Un péndulo de reloj, detenido en otra época, que solo expanda retrocesos. Un peine dibujado en la piel que identifique la llama. Algo que arranque silencios al zumbido inmisericorde de los monólogos. Y en el interior de tal hueco, un bisbiseo apenas. Un trazo sin más. Lo que sea. Un garabato. Nada será nunca suficiente, luego una brizna basta. Cualquier muesca que quede sobre el papel tendida como un cuerpo que ha dejado de atender a los signos. Un simple, ignoto, significado.