Quizá haya que barrer el escenario, lavar los cortinajes, tirar a la basura el armazón decorativo de otras funciones. A los actores no hay que enseñarles su oficio, aunque hayan estado parados en esta temporada. Tampoco al técnico de iluminación, que está subido en lo alto, destornillador en mano. El escenógrafo de la nueva obra ya despliega sus decorados. La directora tarda en llegar, como siempre, un tiempo que aprovecha el ayudante para reírse de su jefa ante los empleados del teatro que reparan asientos. «Esta misma noche ensayamos», clama la directora desde el pasillo, «viene a vernos el Pintor».