sábado, 12 de enero de 2019

Bergen suite ::·



La sábana que ha tejido la ceniza del día y que la ventana vierte sobre la mesa, antes de que se decida a encender la lámpara, se extiende por el cuaderno que acaba de abrir. Una niebla que tacha, sobre el papel, cuanto todavía no ha sido escrito. Pero está detrás, o debajo. Mientras el tenue tintineo de las pulseras acompaña el movimiento de la mano, escribir es una manera de borrar lo que ve para que lo rayado por el presente brote. Una forma de raspar la grisura en busca de los temblores que no están en la luz.