jueves, 12 de julio de 2018

02 | Hopperiana


A sí misma se contempla en el reflejo de los cristales, larga melena. Con destellos de oro. Cuajada de grano. En la ladera bascula a capricho de la brisa. Se gusta, marea amarilla. Don. Cuarteada por el espejo de los vanos donde se mira, incapaces de captar su extensión, que es también la vastedad del verano. Hay gritos de chiquillería alrededor del estanque y una larga mesa con el mantel anudado a las cuatro esquinas. A sí misma se mima, sin descubrir por qué las ventanas permanecen cerradas. Ni por qué un rumor mecánico ahoga el canto de los pájaros.