viernes, 1 de junio de 2018

Dietario de sensaciones, 45



Se palpa los bolsillos por encima de la gabardina oscura, con la mirada revisa los lugares donde se suelen dejar los objetos —las llaves, el monedero, un pañuelo de seda— para asegurarse de que no se lleva nada consigo. Comprueba los cierres de la maleta donde ha guardado las telas negras con las que acostumbra a cubrir la realidad durante un tiempo. Ya está a punto para partir. Lo hará en el instante en el que una niña pizpireta entre dando saltos por la ventana y lo llene todo de color; todo, menos las pertenencias que sombría arrastra escaleras abajo.