jueves, 14 de diciembre de 2017

Dietario de sensaciones, 38



Porque me interesan las metáforas, me gustan las manos. La única piel que no sabe guardar silencio. Con guantes en mañanas gélidas o pizpiretas bailarinas las tardes del verano, no descansan nunca. Tampoco hay apariencia que las engañe. Interpretan la realidad con la misma precisión con la que una pianista lee la partitura de una sonata. Y como la música, destilan armonía. Belleza y sentido. Se diría que dirigen el ritmo del paisaje: con un gesto el río fluye; con otro, el pájaro emprende el vuelo. Las manos, siempre didácticas, enseñan en su perpetua academia la caligrafía de las emociones.