En la mano, mientras sube la escalera, atraviesa los rellanos, afronta un nuevo tramo, y después otro, y más puertas cerradas y las voces opacas que llegan de los pisos. En la mano, cuando busca las llaves dentro del bolso y tintinean en la otra mano, con la que da dos vueltas a la cerradura y la puerta se abre. Y se cierra. En la mano, mientras se descalza, cada pie con el pie opuesto, y busca las zapatillas de andar por casa, y apresurada deja llaves y bolso. Y también la carta, un instante, solo para quitarse la gabardina.