viernes, 16 de diciembre de 2016

Narciso C


Una de sus fantasías secretas preferidas al entrar en la habitación de un hotel —solía trabajar en la sede, un pequeño despacho al fondo, junto a los servicios, lo que le gustaba porque al cabo del día todos los empleados acababan saludándole, y solo le mandaban de viaje a algún simposio profesional cuando el jefe de su jefe o su jefe no podían o el lugar no estaba a la altura, lo que no le importaba demasiado porque adoraba coger aviones y subir a trenes— era no verse reflejado en el espejo al dejar la llave encima de la mesa.