martes, 22 de marzo de 2016

Maga Losnay, dietario # 545


Género redundante, lo es el diario cuando copia el tiempo que ha sido. Si se ha ido, ¿qué le añade lo escrito? ¿La permanencia? Pero no amarran las palabras el tiempo como los cabos sujetan el barco al noray. ¿Qué le añade, entonces, al querer así fijarlo? El buque retenido en puerto —mientras los marineros engordan y las arañas aprovechan los orificios de la cadena que tensa el ancla para sus delirios geométricos—, ¿continúa siendo navío? Al diario le corroe idéntica quietud. Solo le libera desentenderse del tiempo: contar lo que ocurra cuando una ya no esté. Ser espacio.