Las manos interpretan la realidad. La partitura de la realidad. Son el instrumento que convierte los signos en melodía. Las manos. Cuando se acercan, cuando se entrelazan, cuando acarician. Una música que emerge de inmediato para convertir las palabras y los pensamientos en sonido. Notas inertes cuyo súbito revivir solo conocen las manos. Al acercar una cabeza al pecho, al recorrer con delicadeza los senderos blancos del cuello, al sosegar la inquietud de un brazo. La melodía desconocida de las cosas que las manos tornan diáfana. Un estribillo, un baile, una fiesta. Cuando la realidad pasa a ser una emoción.