Un ramillete de rosas de plástico en el suelo, al pie de unos cubos de basura. Casi se podría decir que están secas. La suciedad les ha dado la pátina del tiempo. Su fabricación es mala, en el perfil no cuesta ver la rebaba del molde. Las nervaduras de las hojas han sido dibujadas de cualquier manera. No sé por qué me he detenido en este lugar de la calle a contemplarlo. Tal vez por la misma razón que alguien no quiso lanzarlo al container. Un ramillete de rosas que, sin embargo, supera en algo a las rosas. Es eterno.