lunes, 21 de abril de 2014

Canción de cuna de la marea baja, 1


Cuando el cigarrillo que han olvidado en el cenicero se consume hasta la boquilla, se cae hacia atrás y rueda por la mesa hasta encallarse en el tapete de terciopelo. Un humillo asciende con trazo perplejo. La ventana abierta cuela el olor a gasoil quemado de la camioneta, enculada hacia la puerta. En el porche aguardan, uno encima de otro, los capazos negros con los escombros. Azulejos rotos, un espejo hecho añicos, ladrillos con pegotes de cemento. A un lado, puesto en pie, el termo eléctrico antiguo. Tuberías retorcidas por el suelo. Las puertas traseras del vehículo en marcha, abiertas.