A Fernando Sanmartín
Un retrato es un espejo frente a quien lo contempla. Si se trata de un retrato antiguo, refleja solo lo que quien mira sabe. Ante un doncel renacentista no ve su sosería sino lo ideal del perfil. Ante una vieja barroca no le repudia la fealdad, sino el paso del tiempo. Por eso gustan los retratos antiguos, muestran solo el rostro de Narciso haciendo la lista de sus conocimientos. Los retratos contemporáneos son el rostro exacto de quien los observa. Solo emocionan, sin embargo, si concilian sus ideas estéticas y la época. Si no, los juzga fotografía de una mueca.