domingo, 3 de noviembre de 2013

Miriam


Llego hasta la mesa. El mantel a cuadros. Un jarroncito de vidrio con un clavel en el centro. Servilletas de tela, encima los cubiertos, grandes, antiguos. Una acuarela colgada en la pared. Cielo nuboso y el mar como una manta sobre el cuerpo del hombre accidentado del que solo se ven los pies calzados. No consigo pasar de este punto. La cristalera del restaurante, que da a una calle que desemboca en la playa. Cielo despejado y el mar como una sábana verde que cubre al hombre a la salida del quirófano. Con los pies desnudos al aire. No logro.