La jaculatoria de la bombilla apenas alcanza a cubrir la espalda desde la mesita de noche. Como un eco, el espejo exterior del armario refleja un raro planeta en mitad de las sombras. Jadea el tráfico de la tarde al otro lado de la persiana echada, y a este. El jergón atiende a los movimientos igual que las guijas de una senda en un jardín abandonado. El tipo palmotea frases sin sentido entre breves aullidos. Fastidiada por la carrera que le acaba de hacer en la media con una uña rota, la mujer ensaliva su índice para tratar de detenerla.