George Grosz
La misma telaraña mugrienta en la esquina del techo. El humo de iguales cigarros. Idéntica inflamación del vientre en la patrona y en el jefe. Una, pechos colgantes; otro, mejillas caídas, pero exacto carraspeo. Dos teatros de marionetas con los muñecos alineados al fondo —unos, lamparones en el uniforme; otras, churretes en el viso— mientras el pantomimo que les hubiera dado vida abraza la botella entre cáscaras de altramuz. Calendarios similares donde solo figuran tachadas las noches. Las mías, cada vez más parejas; unas en el burdel, otras en la comisaría. Gemelos guiñoles donde se parodia la tragedia de Berlín.