martes, 6 de julio de 2010

Via Leopardi

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Igual que ciertos hombres llevan su oficio engastado entre las uñas, las cartas que baraja el poeta antes de repartir no disimulan el sudor de los veranos, el alcohol o las motas de sangre en noches aciagas. Son humores verdaderos y cada tizne o rasguño corresponde a una experiencia que recuerda y nombra con el emblema del envés. Por esos rastros grasientos conoce el color que cada naipe esconde en manos de cualquier jugador. Y era lícito su engaño cuando se juntaban en una mesa. Ahora, solitario, lanza sus cartas de bordes ennegrecidos únicamente al chorro de las fuentes públicas.