jueves, 17 de junio de 2010

«Verano», de J.M. Coetzee, en Mondadori








Hay en el último Coetzee una desazón por alterar las convenciones narrativas. Diario de un mal año era un ejemplo y la biografía a través del espejo de Verano sigue la línea, tibiamente abierta con Infancia, unas memorias en tercera persona. Da qué pensar esta necesidad de rejuvenecer su prosa con marcas externas. No las necesitó el mejor Coetzee, que supo sabotear todas las expectativas de una historia, hasta arrasar el corazón del lector, desde un marco narrativo convencional. De hecho, lo más intenso de Verano resulta lo que nada tiene que ver con el juego planteado: los fragmentos diarísticos.