Giorgio Morandi (1890-1964). Natura morta con vasi e bottiglie, 1958
De Bolonia me acuerdo siempre del museo y la casa Morandi. No sé si había grandes obras allí; lo que recuerdo son unas pinturas de juventud que evocaban tapias y caminos de tierra bajo el sol del verano o calles solitarias de un pueblo. Y la colección de jarrones y tarros que Morandi utilizaba en sus composiciones. Igual que en el barroco, la intensidad del bodegón no está en lo que refleja, sino en lo que renuncia a pintar. Los grandes ideales, los barrocos; la gran desesperanza, Morandi. Algo así pasa con esta escritura —ensimismada en lo inmediato— del blog.