Foto GCC
Entomólogo de las mañanas de sábado, temprano, —a la espera siempre de encontrar una aurata, un dorcus, un lucanus entre la maleza— escudriño el vacío de las calles en busca de un signo que capturar. Sueño con que lo impregne el timol desinfectante del estilo y con que lo atraviese una aguja dorada en la caja cibernética del coleccionista de textos. Le añadiré un título y en letra muy menuda, al pie, le adscribiré un género. Y cuando cierre la caja, el brillo del cristal y la hondura del receptáculo le darán, al signo que no era nada, existencia poética.