Guillermo López Gallego (1978) presenta en El faro, su primer libro, una extraña colección de estampas descentradas por donde cruzan seres despersonalizados (un hombre, una chica…) en ambientes que recuerdan a los cuadros de Hopper. En cada poema se entrelazan estampas de lugares o momentos distintos, por lo general tres, y se mezclan también la descripción y el adagio: «Desde el puente de piedra, / la puesta de sol parece un pavo real / sobre el tajo del carnicero, / la belleza / no es más que la forma / que tiene el tiempo / al pasar obviamente». Escrito con una conseguida impresión de texto inacabado.