viernes, 4 de enero de 2008

Destino

Cuando la patrulla se detiene frente al bloque de apartamentos, el dueño del bar nocturno les dedica una mueca de fastidio: «¿Será posible?, han vuelto a llamar los de arriba». El policía contempla el edificio a oscuras —abandonado fuera de temporada— salvo un globo que brilla entre las cortinas de la ventana del primer piso, justo encima del único local abierto a esas horas. Antes de que entren, el dueño ya le ha dado un bajón al volumen en el aparato de música. «Buenas noches, agentes, ¿qué les trae de nuevo por aquí?» Sobre su cabeza, alguien sueña con dormir.