Todos los términos con los que me trato nos conocemos desde el primer diccionario. Pequeño, tipografía grande, profusión de dibujos. Juntos pasamos a las versiones abreviadas, cuyas tapas se cubrían con adhesivos y viñetas reivindicativas. Volúmenes que viajaban de cualquier manera en caóticas mochilas. Fue una temporada, como todo en la vida para nosotras, que somos eternas dentro del mamotreto monumental que nos reúne. Esta reunión es, en esencia, un territorio del que somos dueños de forma alícuota. Muchos otros términos nos disputan la identidad, lo sabemos, pero como nunca han aparecido en las mismas páginas que nosotros, los despreciamos.