Espíritu y materia, en el cuerpo que piensa, son divisibles para razonamientos que pretenden dar sentido a lo que entienden. Los giros de los derviches, la levitación de los místicos les contradicen. Significado y significante no conviven solos en el signo lingüístico, o únicamente en el ideal de la computación. El conocimiento de la poesía precede a estas categorizaciones filosóficas o científicas. O, dicho de otro modo, las divisiones analíticas trabajan con la comprensibilidad del mundo para proporcionar significados certeros por un tiempo, pero no es la voluntad poética, que solo consigue desarrollar su propósito en contacto con lo incomprensible.